Friday, March 23, 2007

21 gramos, una excelente reflexión icónica para cuaresma


21 GRAMOS


Crítica-propuesta de Luis Garía Orso s.j.
Estimados amigos:
Les envío mi comentario de la pelicula anterior de Iñarritu, 21 Gramos, ahora que El Negro ha acaparado la atención y porque la historia está muy apropiada para el tiempo pascual.

Antes de que una camioneta atropelle a un papá y a sus dos pequeñas hijas, un joven jardinero limpia las hojas secas de un jardín, una tarde gris de octubre. La cámara no tomará la escena del accidente sino sólo las hojas secas y el ruido de la aspiradora. Este accidente en un cruce de peatones será el dramático enlace de tres vidas, de modo semejante a como lo fue Amores Perros, la primera y anterior película de los mismos realizadores mexicanos, ahora en una producción de Estados Unidos, ubicada en Memphis, con técnicos mexicanos, un reparto internacional, tres protagonistas cuyas actuaciones pesan más que un Oscar, y con una historia tan universal como la única e idéntica condición humana. La condición humana anhelante de redención es el centro de la trilogía creada por Guillermo Arriaga, como guionista, y Alejandro González Iñárritu, como director, en Amores perros (2000), 21 Gramos (2003) y Babel (2006).

Con una narración siempre en fragmentos que saltan hacia atrás, adelante, a la mitad y a todos los tiempos, como “manchas sentimentales” dirá González Iñárritu, 21 Gramos pide la total dedicación del espectador para una historia que siempre, como la vida misma, nos está retando: recoger hojas secas, armar una torre de fichas sin que se caigan, creer que unos seres humanos abatidos pueden emprender el vuelo y verse libres, decir “Jesús salva”.

Paul (Sean Penn) es un profesor de matemáticas a quien el corazón ya no le responde y que espera un transplante, aun sabiendo que hay escasas posibilidades de sobrevivir.

Jack (Benicio del Toro) es un hombre violento, ex-delincuente y ex-presidiario, pero ahora regenerado y convertido al cristianismo en forma también devotamente violenta. Cristina (Naomi Watts) es la joven esposa de un arquitecto, con dos hijas, que ha abandonado su vida anterior de drogadicción y la ha cambiado por una familia feliz.

En una esquina, estas tres vidas tomarán unos caminos mucho más llenos de tierra y polvo y habrán de encontrarse frente a frente, para bien o para mal. Paul querrá conocer al donador de su trasplante de corazón, y reconciliarse y aprender a amar de otra manera, con un corazón extraño al que quizás muy poco le quede de vida. Jack cargará una culpa que no lo deja en paz y de la que no espera hallar perdón cuando -según él cree- el mismo Jesucristo al que se ha entregado religiosamente lo ha traicionado. Cristina perderá todo lo ganado en su nueva vida, y ahora en sus entrañas de mujer se revolverán el dolor, la rabia, el deseo de venganza, el abatimiento. ¿Cómo pueden estas tres almas encontrarse y seguir viviendo?

Uno puede creer que la vida sigue siempre la misma dirección o que basta empeñarse con voluntad por cambiar, y ya está. Y se nos olvida que hay cosas que solos no podemos. Lo mejor de la vida se me regala o llega gratuitamente: la fe, el amor, la confianza, ser perdonado, nacer y ver la luz…Pero también llegan así, misteriosamente, el dolor, la enfermedad, la soledad, la muerte, la pérdida de un ser querido…Un accidente a la vuelta de la esquina puede en segundos trastrocar nuestras mejores intenciones y derrumbarnos, volvernos a levantar y ponernos en otra dirección. ¿De cuánto dolor y rabia, amor y decepción, culpa y perdón, ilusiones y fracasos, está hecha nuestra existencia? ¿Cuánto nos pesa el dolor? ¿Y cuánto la condición humana? ¿Cuánto nos quita de peso experimentarnos redimidos? ¿De qué está hecho el último aliento de nuestra existencia terrena y de qué está hecha la esperanza?

Al principio de la película (o al final), Paul está en una cama de hospital, lleno de tubos y en condiciones severamente críticas y mortales, y se pregunta: “¿Esto es la antesala del Cielo?”…La respuesta no está escrita en el guión de Alejandro González Iñárritu y Guillermo Arriaga, pero quizás sí confesada íntimamente por ellos, cuando unimos todas las imágenes de la historia, hasta entonces fragmentadas y sin orden cronológico, pero enlazadas en común e intensa carga emotiva. Parafraseando a san Pablo (en Romanos 8, 18-25) podemos afirmar que el peso de los sufrimientos no es comparable con el peso de la vida y de la libertad que se nos regalan.

La película 21 Gramos se atreve a darle a esta confesión esperanzada todas las entrañas y la fuerza, el corazón y las emociones, el miedo y el valor, de una historia que es tan nuestra que nos golpea. 21 gramos parece una cantidad insignificante pues es tan sólo “el peso de cinco centavos, o un colibrí, o una barrita de chocolate”; pero 21 Gramos es el peso de la vida, la muerte, el sufrimiento, la pérdida, la esperanza, la libertad. Sí, después de todo, contando con todo, ésta es la antesala de la Vida.

Luis García Orso, S.J.

Marzo 21 de 2007


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